domingo, 31 de diciembre de 2017

Ruidos molestos versus descanso reparador

Ruidos molestos versus descanso reparador

Hace algunos años, a través de un acuerdo con la Municipalidad local (¿Ordenanza?), se reubicaron boliches bailables y de encuentro de jóvenes de nuestra ciudad y región. Los mismos estaban en un área densamente poblada causando trastornos a la salud y sueño de los habitantes en su derredor.

     Los nuevos emplazamientos en predios del acceso Norte a Morteros, tuvieron la aceptación de muchos ciudadanos que, por muchos años, soportaron altos niveles de ruido (música y de vehículos de todo tipo) que violaban sin resistencia cada uno de sus domicilios, impidiendo y/o alterando el normal y reparador descanso que todo mortal pretende gozar en horario nocturno. Esta actividad "ruidosa" se manifiesta entre las dos de la madrugada y las seis y media de la mañana, aproximadamente, cada sábado y días festivos.

     El continuo crecimiento demográfico de Morteros y la expansión permanente de su conglomerado urbano han fagocitado a estos boliches bailables, hoy nuevamente rodeados de casas de familia.

     El hombre ha cambiado y con él sus hábitos y placeres. Desde hace varios años a las horas que los jóvenes usan para el jolgorio antes se las dedicaba para el descanso. (Los bailes de otrora terminaban a las dos o en algunos casos a las tres de la madrugada y luego... todo el mundo a dormir).

     Ahora bien, ¿ese cambio de hábito necesariamente conlleva el perjuicio a personas, familias, que no participan de él?

     Recientemente se han habilitados dos (2) nuevos centros de diversión para jóvenes, ubicados en áreas muy pobladas: uno en donde funcionó una de las confiterías que luego se trasladó al acceso Norte, Bv. Belgrano, Bº Urquiza; el otro forma parte del complejo de juegos, sala de cine y restaurante, sobre Bv. Illia, en pleno barrio Norte, de reciente inauguración, con lo que suman cuatro los establecimientos de estas características.

     Este "daño" al merecido descanso se magnifica en temporada estival cuando en horario nocturno las familias abren sus ventanas y puertas para ventilar las casas, más en días de sofocantes temperaturas, como los pasados. Los cada vez más silenciosos artefactos de acondicionadores de aire y ventiladores no representan una barrera o bloqueo para que el "batir de parches", "golpe de tarros", y demás actividades ruidosas se filtren y hagan vibrar ventanas, puertas e incluso paredes de las viviendas. "Sólo" hay que soportar algo más de cuatro (4) horas, parte del lapso en el que el común de los mortales pretende descansar.

     También hay que señalar que determinadas arterias de nuestra ciudad, una vez concluida la actividad bailable, se pueblan de jóvenes de ambos sexos que, desbordados por el "entusiasmo", profieren gritos, algunos desgarradores, golpean puertas y portones o cualquier otra superficie que proporcione estruendo, otros se contentan con romper los canastos de basura de propiedades privadas, dan fuertes bocinazos, aceleran motos y autos en vacío, derrapan sus vehículos, hacen "willy" con sus motocicletas, etc. Además de todos estos desmanes públicos, ofrecen un lamentable y triste espectáculo a quienes tienen la oportunidad de observarlos, y duele comprobar el maltrato que infringen a su salud física y mental. Con seguridad que no serían protagonistas de estos actos sin la complicidad del alcohol y quizás otras sustancias.

     Esto es meramente descriptivo de lo que sucede generalmente un domingo o día feriado en horas de la mañana temprano. Se trata de "estar en onda" con lo actual, con lo que se estila, con lo que marca el siglo, con lo "fashion" (de moda), de lo contrario estás "out" (fuera, no encasillado, perimido).

     Puedo dar fe que, entre la bocina de la publicidad callejera que diariamente sobresalta, crispa los nervios y hasta pone de mal humor al transeúnte o habitante pasivo de las casas particulares, y la vocinglería y actitudes estrepitosas que provienen de los boliches bailables y de las provocadas por algunos de sus periódicos concurrentes, hacen un peligroso cóctel que pone en jaque la salud de los morterenses (por lo menos de una buena parte de ellos).

     Desconozco si el control de lo que sucede fuera de los boliches y lugares de esparcimiento, de los desmanes públicos y el nivel de música (decibeles permitidos) es tarea de los vigías urbanos. Pero convengamos que sería saludable para muchas personas mayores y enfermas que alguien ponga límite a la producción sonora en esos lugares.

     También debería reverse la viabilidad de funcionamiento en esas áreas que antes estaban vedadas a esa actividad festiva. Si fuese necesario, adoptar el criterio de años pasados que involucraba el traslado de estos centros de diversión a lugares más descampados.

     Ojalá que desde la Municipalidad local se adopten las medidas correctivas a esta situación en beneficio de todos: protagonistas y forzados escuchas y espectadores.

     ¿Seremos partícipes de un acto de cordura y respeto por el otro? Ojalá que sí, ¡en 2018!



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