Por lo menos en la Argentina parece que sí. Hace algún tiempo -años quizás- que es común escuchar decir, especialmente a los más jóvenes: "¿Qué haces, boludo?", "¡Hola, boludo!", "¡No seas boludo!", "¿Me estás tomando por boludo?", "¡Chau, boludo!", y un sinnúmero de expresiones similares.
Es que el término "boludo" o "boluda" ha mutado su significado peyorativo de "persona tonta" o "pesada", "necia", por una más "cercana y familiar", tanto es así que fue motivo de tratamiento en el VI Congreso Internacional de la Lengua Española, pero más enfocada al uso argentino.
Veamos algunos ejemplos del uso de la palabra "boludo" en países hermanos...
- adj. Argentina y Uruguay: Dicho de una persona: Que tiene pocas luces o que obra como tal.
- adj. Cuba: Dicho del calzado: De puntera redonda.
- adj. El Salvador: Adinerado.
- adj. México: Que tiene protuberancias.
- adj. Uruguay: Lerdo, parsimonioso, irresponsable. Dicho de una persona: Que ha llegado a la adolescencia o a la juventud. Dicho de una cosa: De gran tamaño.
En nuestro país, la palabra "es empleada 'entre amigos, casi como un comodín de complicidad'. Así se expresó el escritor argentino, Juan Gelman, poeta argentino, quien en 2007 obtuvo el premio Cervantes, el más prestigioso de la literatura en español. Agregando que la palabra "boludo/a" será incluida en el Atlas Sonoro que se elabora en el congreso como un homenaje a la diversidad del español, "una lengua polifónica, policéntrica y en expansión".
Para ampliar nuestro comentario en este post, te aportamos el editorial con el que el Periodista Miguel Cello abrió su programa "Antes que sea tarde" el pasado viernes 25, por LT10 Radio de la Universidad Nacional del Litoral, ciudad de Santa Fe, referido a este vocablo.
"Boludo", que originalmente sonó a insulto y fue mutando casi hasta perder esa connotación en la actualidad, es la palabra que mejor representa a los hablantes argentinos. Al menos eso cree el poeta, periodista y traductor Juan Gelman, elegido por el diario El País, de Madrid, para aportar el vocablo argentino a un original atlas sonoro del idioma en el contexto del VI Congreso Internacional de la Lengua Española, que terminó el miércoles en Panamá. 'Es un término muy popular y dueño de una gran ambivalencia hoy. Entraña la referencia a una persona tonta, estúpida o idiota; pero no siempre implica esa connotación de insulto o despectiva. En los últimos años me ha sorprendido la acepción o su empleo entre amigos, casi como un comodín de complicidad. Ha venido perdiendo el sentido insultante. Ha mutado a un lado más desenfadado, pero sin perder su origen', argumentó el extraordinario escritor, ese de la prosa, digo yo, “hermosamente triste”.
La elección de Gelman trajo a la memoria la disertación del fallecido escritor y dibujante Roberto Fontanarrosa, que en 2004, cuando la cumbre del idioma español se realizó en Rosario, expuso sobre las malas palabras y su entonación. Recordarán el “Negro” reafirmó con esa ocurrencia su paso a la posteridad. Ahora, ¿cuántas clases de boludos hay? Para mí hay tres tipos de boludos/as. El primero es el genético, de nacimiento, siempre será boludo. No se juega por nada, no opina, no toma partido, su vida transcurre sin mayores emociones, sin sobresaltos, su lugar es entre la muchedumbre. Después está el boludo que se cree vivo. Esta es una especie amplia. Yo tengo algunos entre la audiencia. Difaman, ofenden, mienten, denuncian, descalifican, opinan sin decir nada, pero siempre desde el anonimato.
También, están en este rango los pícaros, los corruptos, los que siempre están dispuestos a sacar ventaja. Desde adelantarse en la fila hasta realizar cualquier negocio oscuro desde el Estado, el sector privado o por que no, desde el periodismo. Generalmente son mediocres, sin escrúpulos ni límites. En el último grupo estamos todos nosotros. Somos aquellos que la familia de los boludos que se creen vivos, pícaros y corruptos, creen que somos boludos. Y en realidad fuimos boludos, pero ya no, ya sabemos lo que hacen, cómo viven, cómo se aprovecharon y cuánto fracasaron los que creen que seguimos siendo boludos. Sólo falta que nos pongamos de acuerdo en no votar, en repudiar, en denunciar, en exponer a los verdaderos boludos, genuinos representantes del país, de la ciudad, de cualquier institución a la que están aferrados y en la que no queremos que estén. Claro, para eso no podemos seguir haciéndonos los boludos y participar, involucrarnos y decirles, hasta acá llegaron, “boludos”.
¿Qué tienes para aportar a este post?
Compártelo con tus amigos. ¡Gracias!
Fuentes consultadas: buscon.rae.es - wordreference.com - lmneuquen.com.ar - facebook.com/antesqueseatarde